• El sistema de tramado que apunta a maximizar la producción de cultivos de mitílidos consiguió, en menos de dos años, patentes en Chile, España, Nueva Zelanda y Canadá.

Por Constanza Saavedra

La costa de Chile supera los 6.400 kilómetros de longitud, con un importante desarrollo del sector acuícola, en especial desde la Región de Los Lagos hasta Magallanes, donde los mitílidos representan el recurso con mayor volumen de cultivo, después de los salmonídeos.

Sin embargo, la disponibilidad de zonas costeras protegidas del oleaje para el cultivo de mitílidos (mejillones o choritos) en Chile, es cada vez más escasa, tal como afirman los académicos e investigadores de la Facultad de Ingeniería de la UCSC, Christian Díaz y Dra. Catterina Sobenes, quienes también participan en el Centro de Investigación en Biodiversidad y Ambientes Sustentables (CIBAS). Fruto de la investigación aplicada, los investigadores detectaron la necesidad de disponer de tecnologías de cultivo para operar en zonas costeras poco protegidas del oleaje, junto con buscar soluciones tecnológicas que permitan maximizar el uso de la columna de agua de las actuales zonas utilizadas para el cultivo de estos recursos.

Así fue como el proyecto Bivalnet, que consiste en un sistema innovador para mejorar el crecimiento en el cultivo de mitílidos, se desarrolló como una solución tecnológica que utiliza como base los actuales sistemas de crecimiento en long-line (cuerdas de cultivo), mediante un tramado de malla. Esta innovadora forma de cultivar logró conseguir en un año patentes en Chile, España, Nueva Zelanda y Canadá.

¿Los beneficios que ofrece Bivalnet? Maximiza el rendimiento por unidad de área del cultivo acuícola y aumenta los rendimientos de producción por línea en 1,9 veces, comparado con el sistema de cultivo de cuelga tradicional.

Además, reduce tanto los costos de mantenimiento en un 20%, como los tiempos de engorda de los mitílidos en cinco meses. También disminuye los desprendimientos de los moluscos, ya que el diseño del tramado evita que se enreden las cuelgas, y su diseño optimizado permite el cultivo en zonas costeras expuestas de alto oleaje, donde existe menor contacto con toxinas que puedan adquirir los moluscos (comparado con los tradicionales métodos long-line).

Gira tecnológica

Este proyecto, cuyo piloto se trabajó en Punta Lobería (Arauco), llevó a sus investigadores, junto a la Jefa de la Oficina de Transferencia Tecnológica (OTT) de la UCSC, Lorena Martínez, a participar en agosto en una gira tecnológica por Noruega -donde pudieron asistir a la Feria Aquanor 2019, uno de los eventos de encuentro y exhibición de soluciones tecnológicas para la acuicultura más importantes del mundo-, y España, uno de los principales productores de mejillones del mundo.

“La gira nos sirvió para hacer contactos con universidades, empresas, agentes públicos promotores y proveedores. Aunque la realidad de la Unión Europea es distinta a la de Chile, en cuanto a disponibilidad de fondos de apoyo para investigación y fomento de la producción. Pude ver que nuestro trabajo es respetado, lo que es reconfortante porque nos permite planificar proyectos en conjunto”, explicó la Doctora Catterina Sobenes.

En el viaje, los investigadores pudieron generar contacto con la empresa noruega con más de 30 años de experiencia en acuicultura, Smart Farm, con la que esperan poder analizar tecnologías de cosechas para el modelo de Bivalnet. Además, con España, donde llevan más de 80 años cultivando mejillones en sistemas de bateas (plataformas de madera de las que cuelgan cuerdas para cultivo), evalúan la posibilidad de hacer pruebas a tamaño industrial de Bivalnet en la zona sur de dicho país.

“Esta gira nos permitió integrar a distintas empresas de Noruega y España en una propuesta de proyecto que nos encontramos elaborando junto a investigadores y empresarios de Europa, la que será presentada una vez que exploremos los distintos fondos de financiamiento para investigación, innovación y comercialización de recursos marinos con alto contenido proteico y alta calidad nutricional. Además, en la propuesta debemos tener presentes los estándares europeos para la certificación de sustentabilidad ambiental de la actividad en la zona que se emplace”, señaló Christian Díaz.

Tal ha sido el reconocimiento de este modelo de utilidad para la acuicultura, que los investigadores fueron recientemente contactados para invitarlos a presentar esta tecnología en el Congreso «Advances and Scientific Merits in Aquaculture & Fisheries», a realizarse en febrero de 2020 en Canadá.

Aplicación en Chile

Bivalnet es un tramado de las cuelgas de cultivo, que maximiza la producción y evitando enredos que afectaban al sistema tradicional. Esta configuración, debido a su peso, se mantiene vertical, logrando mayor estabilidad en las unidades de crecimiento frente a corrientes marinas.

De acuerdo al académico Christian Díaz, este sistema “lo implementamos a escala real y estamos en condiciones de asegurar que disminuye le desprendimiento, aumenta la producción –más kilos de siembra por metro lineal- y disminuye considerablemente los costos de mantenimiento”.

Sin embargo, aunque el modelo de Bivalnet ha sido estudiado localmente, requiere ser probado en el lugar en que se busca implementar, considerando condiciones ambientales y especies a cultivar, a fin de evaluar rendimiento y productividad.

Catterina Sobenes agregó que “tenemos pendiente hacer contactos con compañías que operan en el sur de Chile para ir a mostrar esta tecnología y hacer pruebas en zonas costeras expuestas. Creemos que puede tener buena acogida, solucionando algunos aspectos operativos que hemos identificado. Tuvimos buena recepción a nivel internacional, pero me gustaría que se implementara primero en Chile”.

Patentes

Desde que se solicita una patente hasta que se otorga puede pasar de tres a siete años. Bivalnet tardó poco menos de dos años en conseguir patentes en cuatro países, incluido Chile. Para la Jefa de la OTT, Lorena Martínez, esto corresponde a un hito importante.

“Es un logro para la Universidad. El promedio del Instituto Nacional de Propiedad Intelectual (Inapi) es de 3,7 años. Sin embargo, España concedió la patente en mayo de 2018; Chile en julio de 2018; Nueva Zelanda, en enero de 2019, y Canadá, en agosto de 2019″, expresó.

A juicio de Lorena Martínez, lo anterior podría responder a tres motivos: “primero, que el cultivo de mitílidos en el mundo ha ido creciendo. Segundo, estos países son los mayores productores mundiales. Y tercero, es un sistema aplicable. El desarrollo de una tecnología se mide en TRL, que son los niveles de estado que va de cero a nueve. Esta tecnología está en nivel siete (TRL7), es decir, cuenta con un prototipo a gran escala con pruebas industriales validadas en un entorno real-operacional, bien integrado a otros sistemas propios de la actividad. La buena recepción que ha tenido habla también del buen trabajo que se está haciendo en nuestra Universidad, lo que nos llena de orgullo”.